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PRIMER PUNTO Y SEGUIDO...
Agosto 2014
Aghbala, Marruecos
Gestada en las entrañas del colectivo Moviment Nòmada, una cooperación vinculada a la ONG Nou Sol y su proyecto Inch’Alla Chaima iba a ser nuestra primera incursión en el nomadismo planetario. Nuestra ambición abarcaba atravesar 1800 kilómetros a dedo cruzando el estrecho sin ferri a fin de cubrir el espacio que separa Girona, a lomos de los Pirineos Catalanes, y Aghbala, situada en el pre Atlas Marroquí. Ésta debiera de ser una experiencia piloto previa a nuestro gran viaje, y en ella topamos con los inconvenientes intrínsecos a viajar con fechas y citas planificadas de antemano.
Así pues, en Agosto de 2014 nos dispusimos a iniciar lo que posteriormente sería nuestra larga odisea a través del globo. En esta ocasión contábamos con la inestimable compañía de Alicia, educadora social y viajera experimentada, que nos acompañaría en este primer y arduo tramo y colaboraría en la cooperación que nos aguardaba en nuestro destino.
España es conocida como uno de los países occidentales más difíciles para viajar en autoestop, no obstante albergábamos esperanzas de cruzarla en apenas tres días. La cruda realidad nos mostró una sociedad desconfiada y hostil, que apenas empatizaba con autoestopistas calcinados bajo los 40º de un sol abrasador y sobre un asfalto asfixiante.

En trayectos tan largos uno acoge esperanzas de encontrar un golpe de fortuna sobre ruedas que cubra una larga distancia sin descanso, pero no fue el caso. Quizás una ruta errónea bordeando la costa este del país, nos empujó a dar pequeños pasos que demorarían nuestra llegada a Algeciras en cinco largos días de calurosas autovías e improvisadas pernoctaciones vía vivac en lugares tan insólitos como áreas de servicio, parques urbanos, edificios en construcción o párquines de supermercados. Ya que disponíamos tan sólo de veinticinco días para nuestra primera incursión y habíamos tardado cinco días en llegar al estrecho de Gibraltar, optamos por agilizar el trayecto y cruzar con ferri.

A nuestra llegada a Tánger, rápido nos sumergimos en el algarabío propio de Marruecos, gentes por doquier y taxistas infatigables al acecho de tres viajeros ansiosos por una ducha de agua fría. Dado que Alicia y Muri ya conocían el modus operandi de dicha región, no nos costó encontrar a un buen samaritano que nos condujera a un hostal económico para poder quitarnos de encima esos quilos de suciedad que ya incomodaban a cualquiera.

Marruecos es un país excelente para practicar autoestop, ésta practica resulta bastante eficaz cuan más al sur mejor, pero a nosotros se nos acababa el tiempo porque debíamos personarnos cuanto antes en Aghbala para ayudar en la cooperación antes citada. A fin de no demorarnos más, cubriríamos el resto de trayecto en autobús, no sin antes relajarnos en algunas de las magníficas poblaciones de éste país. Visitamos el singular pueblo de Chefchaouen con sus callejuelas azul cielo y sus coloridas tiendas de artesanía, un verdadero oasis de paz a las laderas del Rif. Tras disfrutar de un descanso bien merecido nos inmiscuimos por la laberíntica, concurrida e impresionante medina de Fez, una de las cuatro ciudades imperiales y cuna de la cultura tradicional dado que en ella se albergan algunas de las mejores Madrazas del país. Sin mucho tiempo que perder nos dirigimos a Khenifra para al fin llegar a Aghbala donde nuestro equipo nos esperaba con los brazos abiertos.
Aghbala es un pequeño pueblo rural donde el tiempo parece haberse detenido. En él habita una importante comunidad Bereber que por siglos se ha mantenido aislada entre los paisajes montañosos. Esta villa acumula un gran número de individuos con problemáticas genéticas que desde Nou Sol se intenta documentar para un posterior trabajo de campo a fin de mejorar la calidad de vida de dichas personas.

Transcurrieron los días entre tajines y cuscús, inmersos en un ambiente hospitalario y agradable. Cesc y Raúl Jorquera, ambos miembros de Moviment Nómada, junto otros cooperantes se encargaron de materializar distintas acciones arquitectónicas en la escuela de primaria local. La construcción de rampas para facilitar el acceso a las personas con discapacidad y tres estufas de alto rendimiento para paliar los gélidos días invernales que ostenta la región. Por otra parte, Alicia se adhirió al proyecto médico-social en el centro de minusválidos en el que nos alojábamos, ya que poseía conocimientos en enfermería y éstos serían de gran utilidad a las gentes que solicitaban nuestra ayuda. Muri, dado que en el centro en el que nos hospedábamos almacenaban una cantidad de computadoras en desuso que requerían una profunda puesta a punto, dedicó sus días a tal fin. Aprovechó sus conocimientos informáticos para acondicionar un aula con cerca de veinte puestos de trabajo y dotar a todos los despachos de una pequeña infraestructura informatizada para que los cooperantes que allí desempeñaran sus funciones pudieran agilizar la documentación pertinente de modo digital.

Los días se agotaban y fieles a nuestros objetivos nos dispusimos a abandonar Marruecos con un margen de una semana, debíamos llegar al casorio de unos amigos y con la experiencia de la ida sabíamos que podíamos demorarnos mucho tiempo. No errábamos en nuestras predicciones. De nuevo en Algeciras estuvimos más de un día tratando de subir a un coche que nos acercara a casa sin fortuna alguna… Entre discrepancias evaluamos las distintas formas de cruzar la península y optamos por la más cómoda y económica, un auto de alquiler, pese a no ceñirse al leitmotiv de nuestros desplazamientos fue la única forma de cumplir con nuestros compromisos.
Llegó la hora de atar cabos sueltos, rehacer nuestras mochilas y abandonar nuestros hogares. Nos esperaban dos meses de trámites, despedidas, lágrimas y abrazos. El ansiado momento se acercaba cada vez más en un horizonte lleno de incertidumbres…